Este domingo se venció el plazo para la negociación de un acuerdo entre Reino Unido y la Unión Europea para definir, entre otras cosas, el manejo de su intercambio comercial tras la salido de los británicos del bloque regional. Ante la potencial restauración de fronteras sin trato preferencial, los puertos y las carreteras británicas y francesas vivieron una avalancha de camiones rumbo al Eurotúnel, con colas de más de 15 kilómetros en Dover y en Calais.
Los camiones bloquearon la autopista A20, mientras los contenedores se apilaron en los puertos de Dover y Felixstowe, afectando además los puertos de Southampton y Londres. Muchos barcos se vieron obligados suspender sus paradas en suelo británico, dirigiéndose a Róterdam.
El colapso en la llegada y distribución de mercancías –causada únicamente por la especulación de un posible colapso fronterizo– afectó la distribución de medicinas, equipos médicos y juguetes de Navidad. Ikea y Jaguar notificaron la falta de suministros lo cual podría atizar además picos de consumo inesperados. Algunos fabricantes han reconocido que la entrega de sus productos se enfrenta a retrasos por la situación de los puertos.
Los políticos y la población esperan que el comportamiento de esta semana sirva como una advertencia respecto a la importancia de lograr un acuerdo. La implementación de una “frontera dura” podría ser devastadora tanto para los consumidores, acostumbrados a tener acceso a ciertos productos, como para las empresas generadores de empleo, que dependen de insumos para la producción y la demanda en ambos lados del Canal de la Mancha.
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El Mundo
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