Las comunidades de las zonas fronterizas, alrededor del mundo, tienen en común el tránsito diario de personas que trabajan, viven, hacen compras y asisten a centros educativos en ambos lados de la líneas limítrofes. En el contexto del covid-19, las autoridades fronterizas han debido implementar soluciones creativas y colaborativas para el manejo de los flujos migratorios de estas zonas.
El caso de Uruguay y Brasil es un referentes de buenas prácticas al efecto. Los países han acordado un plan piloto para aplicar las mismas medidas de control migratorio y permitir que las actividades económicas –de las que dependen las comunidades cercanas– puedan dinamizarse. El piloto de los nuevos procedimientos será implementado en los cruces entre Ribera y Santana do Livramento.
El protocolo de acción binacional sanitaria incluye medidas recíprocas de higiene para los medios de transporte y para el funcionamiento del comercio y los servicios en ambos lados de la frontera. La identificación de casos sospechosos de covid-19, la trazabilidad y la vigilancia conjunta del aislamiento para casos positivos, también forman parte de las acciones coordinadas.
Este esquema binacional es suficientemente flexible para ajustarse a las distintas políticas migratorias de los países. Lo anterior es de particular relevancia para Uruguay, que ha mantenido el contagio del coronavirus bajo control y ha sido más estricto en cuanto al flujo transfronterizo de personas, que aún se mantiene reservado para nacionales, residentes, diplomáticos y casos excepcionales como misiones humanitarias, de reunificación familiar y viajes laborales esenciales.
Para más información consulte:
ABC en el Este