Durante décadas, la globalización de la producción ha sido promovida para aprovechar al máximo las ventajas competitivas de cada país, así como la modernización del transporte. Pero el surgimiento del coronavirus ha empezado a materializar los riesgos de las cadenas globales de valor al romperse uno de sus más fuertes eslabones: la producción china.
En las últimas semanas, los efectos del virus en la economía han alcanzado a todos los actores del comercio, sin importar su tamaño o capacidad de respuesta. De acuerdo con estimaciones de la firma londinense Capital Economics, solo en el primer trimestre de 2020 el costo de la enfermedad superará los 280 mil millones de dólares.
Varias prominentes empresas del sector tecnológico –como Apple– fueron las primeras en anunciar que su producción se vería perjudicada. Pero el cierre de industrias en China perjudicará a cientos de industrias y su impacto se sentirá especialmente en países proveedores de materias primas y productos agrícolas en África y América Latina; ya que el gigante asiático es su principal socio comercial. Tal es el caso de Angola, Chile y Perú.
Adicionalmente, las medidas sanitarias preventivas y el temor a exponerse, golpearán la actividad turística internacional –incluyendo aerolíneas, hoteles y otros proveedores– que acogió a casi 150 millones de chinos en 2018. Al grupo de turistas chinos, que representa unos 270 mil millones de dólares anuales, hay que sumarle el valor de todos los extranjeros que cancelarán sus planes para China este año.
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BBC Mundo