Esta semana destacan, en el ámbito comercial y económico de Latinoamérica, las noticias positivas provenientes del Triángulo Norte de Centroamérica y la lamentable agudización de la crisis venezolana.
Con optimismo, el lunes 20 de agosto, El Salvador oficializó su integración a la Unión Aduanera que Guatemala y Honduras concretaron hace un año. La homologación de regulaciones y procesos aduaneros, migratorios, sanitarios y de seguridad representa una reducción significativa en el tiempo necesario para efectuar el control fronterizo, lo cual beneficiará principalmente a las transacciones comerciales. El PIB del nuevo territorio aduanero es de US$117.8 mil millones y alberga un mercado de 31.9 millones de personas. Los líderes de los tres países –y de toda la región– esperan que la integración atraiga la inversión extranjera, fomente cadenas productivas y dinamice la economía del bloque; contrarrestando el desempleo y la inseguridad que han convertido a tantos de sus ciudadanos en migrantes.
Por otra parte, en el Sur del continente, el gobierno de Venezuela desplegó la circulación de una nueva moneda, el bolívar soberano. El presidente Nicolás Maduro asegura que el medio de pago –con cinco ceros menos que su predecesor– contribuirá a detener la hiperinflación que enfrenta el país; que el Fondo Monetario Internacional había estimado alcanzaría 1,000,000% para final de 2018. No obstante, las cosas no son tan simples como ver el precio de un pollo pasar de 6 millones de bolívares fuertes a 60 bolívares soberanos. La población está confundida, el comercio continúa en la incertidumbre y el pesimismo aumenta. Para la mayoría de los analistas, es poco lo que esta medida monetaria y el programa oficial de recuperación económica podrá hacer para impedir el cierre de más empresas y la migración de cientos de miles de venezolanos, que además plantea cada día más retos para Colombia, Chile y Ecuador.
Para más información consulte: El Periodico y BBC.