China y Rusia han tomado provecho de la pandemia del COVID-19 para reforzar su influencia en los países en desarrollo y menos desarrollados. Latinoamérica es una de las regiones de más interés para ambas naciones.
Durante las últimas dos décadas, China se ha convertido en un socio económico y comercial clave para muchos países en América. Sus inversiones en infraestructura y los amplios préstamos estatales que ha otorgado, abrieron las puertas para que se convirtiera también –mediante donaciones y financiamiento discrecional en Brasil y Ecuador, entre otros– en el mayor proveedor de equipos de protección personal para la crisis médica. Como parte del esfuerzo internacional COVAX, China se posicionará como donador y distribuidor de vacunas en todo el mundo.
Por su parte, Rusia ha mantenido lazos económicos débiles y solo algunas conexiones estratégicas con Latinoamérica (especialmente en Venezuela). Pero recientemente ha ganado terreno en la región mediante la distribución de su vacuna Sputnik V. Llenar los vacíos que dejan los laboratorios occidentales y COVAX en el tercer mundo podría ser la oportunidad de Rusia para recolocarse como un jugador de peso en la carrera médica y científica internacional.
Los intereses de China y Rusia son fáciles de identificar, en el corto plazo, incluyendo la proyección de su poder geopolítico, la reafirmación de su identidad internacional en contraposición a los Estados Unidos, la venta de sus excesos productivos y el movimiento de sus reservas internacionales. Lo que no está claro es el objetivo que a largo plazo cumpliría la lealtad político-financiera que construyan estas naciones y cómo moldeará la actividad comercial y económica mundial.
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BBC News https://www.bbc.com/mundo/noticias-america-latina-56117430