Implicaciones del TLC entre China y Panamá

Este lunes, el núcleo portuario de Latinoamérica y la potencia del hemisferio oriental, empezaron a negociar un tratado de libre comercio (TLC). El establecimiento de un acuerdo preferencial entre ellos, es un esperado hito en el proceso que inició hace un año, cuando Panamá rompió formalmente relaciones diplomáticas con Taiwán.

No obstante, estas negociaciones representan mucho más; son una señal del persistente interés de China por fortalecer su enlace con la región. Y Panamá –como lo han hecho anteriormente Chile, Perú y Costa Rica– buscará aprovechar este interés para traer agua a sus molinos. Las declaraciones del ministro panameño de Comercio e Industrias, Augusto Arosemena, lo confirman: “Atraer inversión china, posicionarnos como la puerta de entrada de esos productos e inversiones chinas a toda la región, es uno de los principales focos que ambos países hemos definido como principios fundamentales en la negociación”.

Fiel a su técnica, China acompañará la iniciativa del TLC con cooperación e inversiones, principalmente en infraestructura. En meses anteriores han anunciado su interés en involucrarse en proyectos de plantas energéticas, puertos, telecomunicaciones y hasta la construcción de un tren que llegue hasta la frontera norte de Panamá.

El tiempo demostrará el efecto de los esfuerzos chinos en Latinoamérica, en dos áreas claves: primero, la configuración del comercio global y las cadenas de valor (impactadas además por la nueva guerra arancelaria que ha emprendido por la Administración Trump) y segundo, el impacto de los compromisos adquiridos por las naciones latinoamericanas en las alianzas que China requiera para enfrentar los próximos cuestionamientos sobre derechos humanos o disputas territoriales.

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